La Esperanza

La Esperanza fuen una foto que salió (junto con su autor, el que suscribe) vapuleada por el simple hecho de publicarse. Se publicaba con ese título, en un foro que llevaba por título “Fotografía experimental”.

En ese foro tenían cabida sin ningún problema fotografías absolutamente convencionales, pero realizadas a objetos extraños.

“La Esperanza”, sin embargo, recibió hasta insultos.

En “La Esperanza”, trato de utilizar valores de exposición y de enfoque absolutamente “incorrectos” en el sentido de poco convencionales, salvo en un punto de la fotografía. Todo ello, persiguiendo un objetivo.

Realmente el término “incorrecto”, hablando de un parámetro técnico, creo que debería limitarse a calificar a situaciones de error. En este caso, y entendí que resultaría obvio, no estamos ante un error.  Sino ante un efecto provocado.  Utilizar valores “de choque”, es una técnica que se ha empleado desde siempre en muchas disciplinas artísticas. Y siempre ha tenido sus detractores.

En la fotografía popular actual, y me estoy refiriendo a los foros web de fotografías, sólo tiene cabida la técnica perfecta. Se alaban fotografías diciendo “qué nitidez…”, como si maximizar nitidez fuera algo meritorio, complicado o un objetivo necesario en quien practica fotografía no científica. Y no sólo eso, sino que se desprecia la fotografía en la que hay falta de nitidez, sin más argumento que que que no la hay: “la foto no está mal, pero le falta deficinición”.

Reina en las webs un integrismo que dicta las normas: tercios, exposición perfecta en todo el fotograma, e hipernitidez. Se dictamina sin derecho a recurso, que la fotografía que lo cumpla es válida, y la que no, no lo es.

Yo tenía “La Esperanza” de que dejara de ser así poco a poco, que se miraran las fotografías con mentalidad abierta, en vez de que con el check-list técnico-facilón en la mano.

Pero no es así ni parece que será.  Los foros de fotografía admiran las postales, y el resultado de aplicar unos parámetros técnicos de forma funcionarial. Lo que quede fuera, no sirve. Y lo que queda fuera, puede ser perfectamente Antoine D’agata, Mark Cohen, o cualquier otra delicatessen.

Así que amplié “La Esperanza” a buen tamaño, y sacándola de los foros en la que es insultada y despreciada, la colgué en mi despacho. De las fotografías que hay allí expuestas, es la que más inquietud despierta, con ese agujerito hacia lo correcto, a través de la “incorrección”.

Y cada vez que veo que alguien se asoma a ese agujerito, me recorre un gusanillo de orgullo y satisfacción.

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