Una de las disciplinas fotográficas más complicadas, creo que es claro que es la fotografía de conciertos. Focos de cara, penumbra en otros sitios, necesidad de capacidad de reacción inmediata… tenemos todos los problemas, y además se van alternando y combinando en cuestión de décimas de segundo.
Para afrontar una sesión con garantías de éxito, son necesarias unas cuantas cosas. Empezando por tener muy bien asimilados los conceptos fotográficos básicos (esos que el 95 % de los aficionados de hoy en día no quieren aprender, sustituyéndolos por hacer miles de fotos más de las necesarias). También hay que conocer muy bien el equipo propio, pues es imprescindible cambiar configuraciones muy amenudo y con rapidez endiablada.
Todas estas cosas, se afianzan necesariamente con la experiencia. Y desde luego, experiencia no le falta a Dena Flows en fotografía de conciertos (ver su web).
Tenía él encargo de fotografiar un Festival de Swing en el que estaba participando el propietario de este blog (¿Dónde está Wally?; ¿dónde está Donca señalando al grupo con su índice derecho?), y se encontraba en su ámbito: la oscuridad de la Sala de conciertos, en donde actuaban los impresionantes The Big Jamboree, marcando el ritmo a los bailarines.

No tuvo problemas Dena Flows para fotografiar al grupo (faltaría más), pero las luces que iluminaban a los bailarines no eran tan potentes. Salvo cuando al final de cada tema, se iluminaba la pista de baile. ¡Pero entonces los bailarines dejaban de bailar!. Buscar ese instante en el que aun no se ha acabado la canción, pero así lo ha creído el técnico de luces, y estar preparado con la selección de diafragma y obturador adecuadas para recoger movimiento en la pista y al mismo tiempo siluetear con la sobreexposición a los músicos, tal vez a él no le pareció nada especial.
Pero a cualquiera sin su experiencia (prácticamente el 100 % de la humanidad), esta fotografía se le atraganta.